Así concluyo un nuevo día de sentimientos encontrados y es cuando miro tus hermosos ojos, cuando encuentro minutos de agonizante paz.
Pensaba que al palpar imágenes reprimidas en mi imaginación iba a poder ser capaz de experimentar un poco de esa felicidad anhelada desde mi uso de razón, pero siento que al palpar la realidad, muchas veces sienta mejor la utopía de tu maravillosa sonrisa, dedicada solo a mi.
No han pasado ni siquiera dos días desde que soy testigo de tu espectacular existir, y soy consciente de que tal vez mis sentimientos sean turbulentos y muy apasionados, pero es justamente lo que soy… un océano abatido por sismos inestablemente terrenales.
No sé qué pensar o decir, pero sé que las palabras sobran y a la vez faltan; pues no sé qué sientes ni que piensas, no se que crees o que haces… y sobre todo, no sé si realmente seré tan importante como lo eres tú para mí.
Entonces, como método de autodefensa, omito cosas, hago de mi boca un dique que intente contener mi turbulento océano de palabras, sentimientos y pensamientos; pero con cada gesto reprimido siento que no quiero acercarme al sentimiento más anhelado y repudiado a la vez; el amor.
Tengo ganas de cambiar al mundo con una palabra que desconozco totalmente; y no sé cómo romper la barrera que me separa de está sin tener el asqueroso presentimiento de extirparte de mi vida y saber que nunca me perteneciste, ni yo a ti.
Justo ahí es cuando prendo un cigarrillo y siento el alivio de aniquilar mi vida dos minutos más, y de atontar la razón de mi irrazonable cuestionamiento, si es mejor mantenerte en mis sueños o si realmente vale la pena amarte irrazonablemente.
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