lunes, 30 de mayo de 2011

Esta era una vez, un Príncipe, encantador, inteligente, caballero y muy educado de alguna ciudad que ya nadie recuerda.

En aquella ciudad reinaba la paz y la armonía, la gente era feliz y honrada, pero muy conservadora.

El Príncipe, que todo lo tenía, un día se enamoro; en un baile de mascaras, por el cumpleaños de su reina madre, fue en donde le conoció: Giovanni, el príncipe de tierras cercanas, le robo el corazón. No necesitaron palabras para saber que estaban perdidamente enamorados, pero también sabían que su amor nunca sería bien visto, menos en ellos que deberían cargar con la responsabilidad de guiar a su reinado por el camino de la felicidad y la moralidad.

Cierto día, ambos príncipes quedaron de juntarse en una pequeña isla que quedaba en medio de ambos reinados. En aquella isla ellos podían ser quienes realmente ellos eren: Los reyes de ese hermoso lugar. Realmente, ambos no necesitaban nada más; solo esa isla y el amor incondicional del otro. Pero ese día seria distinto, ese día algo quebraría la inocente felicidad de aquellos príncipes, sumergiéndolos nuevamente en una desesperante angustia y una inestable soledad.

Giovanni debía esposarse con una Princesa de Tierras lejanas, para expandir la felicidad de su reino hacia rincones desconocidos del planeta. Ambos príncipes estaban desconsolados; sabían que debían separarse y aquello les rompía profundamente el corazón. Sin tomarse demasiado tiempo, se besaron tiernamente y se dijeron adiós.

Esa misma noche El príncipe tomó una decisión: Llevándose su corsé, su espada, su arco y su flecha se marcho del reino, dejando solo una carta con una confusa explicación:

“Acabo de comprender que no pertenezco a este lugar, que riquezas y felicidad no es realmente lo que busco, aun hay muchas cosas que no entiendo, ni del mundo, ni de mi mismo. Por eso me levanto de mi trono y me voy para siempre, seré un soldado sin hogar, que luchara por ideales y por amor. No necesito aceptación, por el momento, pero si luchare para que todos los que alguna vez se sientan como yo, puedan ser libres de tener un reinado con quien quieran; sin miedo ni remordimientos, pues la felicidad que todos gozan, no es realmente de todos, y en vez de felicidad, solo hay miedo y represión.

No quiero sonar mal agradecido con mi destino, pero aun no puedo ser rey, tal vez nunca estén listos, para un rey como yo, por el momento luchare por otros reinos que prediquen justicia y quien sabe si en otra vida, pueda ser el rey que todos y que yo mismo deseo ser.

Con amor. El principe”

Así el príncipe se alejo, de su por siempre feliz reino; buscando un mundo que lo aceptara y entendiese lo que realmente significa la palabra felicidad.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Copyright 2010 Pensamientos nacidos en la burbuja en que vivimos.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.